El otoño es una época de cambios en la que es necesario prestar especial atención a la salud. La vuelta al ajetreo cotidiano, así como la bajada de las temperaturas, hacen que sea más probable contraer una enfermedad de tipo leve como pueden ser catarros, gripes, conjuntivitis… Aunque nuestra salud esté cubierta bien por el servicio público de sanidad como por una mutua de seguros, es conveniente prestar atención a los síntomas de cada dolencia y tomar nota de un par de precauciones para reducir su impacto.
Resfriados y catarros
Esta afección, de carácter leve, se caracteriza por:
- Constante goteo de la nariz
- Dificultad para respirar con normalidad debido a la congestión nasal
- Presencia de estornudos
- Malestar generalizado en todo el cuerpo
Durante los primeros días el riesgo de contagio es altamente elevado, ya que los virus se concentran en la saliva y en las secreciones nasales. Estos pueden ser transmitidos tanto por el contacto directo como por el aire.
Si estos síntomas no van acompañados de fiebre u otras complicaciones, bastará con mantener limpia la nariz mediante lavados con agua salada o una solución fisiológica y beber abundante agua para ayudar a expulsar el moco.
Gripe
Tanto el otoño como el invierno son las épocas del año en las que más casos de gripe se dan. La llegada del frío, así como el hecho de permanecer en entornos cerrados favorecen la transmisión y contagio de esta afección.
Las gripes son causadas por virus y sus síntomas comprenden:
- Tos
- Congestión nasal
- Fiebre
- Escalofríos
- Dolor generalizado muscular
- Dolor de garganta
- Dolor de cabeza
Aunque se puedan aplicar tratamientos con la finalidad de aliviar las molestias de los síntomas, las gripes tienen una duración determinada en la que no podemos intervenir. Se recomienda descansar y evitar, dentro de lo posible, el contagio con otras personas.
Conjuntivitis
El otoño también es época de conjuntivitis, tanto alérgicas como infecciosas, que se caracterizan por la inflamación de la conjuntiva. Al inflamarse este tejido que recubre el interior de los párpados, los vasos sanguíneos son más notables y los ojos se ven rojos.
Esta dolencia también produce:
- Picor
- Mayor sensibilidad a la luz
- Aumento de lágrimas
- Presencia de secreción ocular.
En el caso de las conjuntivitis alérgicas, su proliferación se debe a la presencia de alérgenos primaverales de plantas que germinan exclusivamente en otoño. Además, aquellas personas que son alérgicas al moho se verán también afectadas por este tipo de afección, ya que el aumento de humedad característico del otoño hace que los hongos se propaguen con mayor facilidad.
En este tipo de conjuntivitis alérgicas suele bastar con la aplicación de antihistamínicos de uso tópico u oral. En caso de no ser suficiente un especialista puede recomendar la utilización de corticoides de carácter tópico.
El otro tipo de conjuntivitis que se suelen padecer en otoño, las infecciosas, son causadas por un virus y se caracterizan por aparecer con la llegada del frío y los primeros resfriados. Los médicos pueden recomendar un tratamiento basado en antiinflamatorios y antibióticos para avanzar la recuperación del paciente.
Alergias a los ácaros
Aquellas personas que padecen alergia a los ácaros, sufren un empeoramiento en otoño, ya que se produce un incremento de las colonias de ácaros que se ve favorecido por la presencia de moho y hongos.
Este tipo de alergia produce los siguientes síntomas:
- Congestión nasal o goteo
- Estornudos
- Inflamación de los párpados
- Picor de la garganta y de los oídos
- Urticaria
Para reducir los síntomas es recomendable mantener el entorno limpio de polvo, que se suelen acumular en superficies, colchones, alfombras… y reducir la humedad del ambiente.
Astenia otoñal
Otra afección que suele acentuarse en otoño son los bajos estados de ánimo, ya que, según informan algunos psicólogos, la reducción de luz solar está directamente relacionada con el incremento de la melatonina. Esta hormona tiene como función la regulación del sueño, así como de la temperatura corporal. Esto hace que se reduzca la serotonina, popularmente conocida como la “hormona de la felicidad”, provocando más cansancio y somnolencia y llegando incluso a aumentar la sensación de apatía o tristeza.
¿Cómo prevenir las enfermedades otoñales?
Las probabilidades de contraer una de estas enfermedades se ve reducida si se toman en consideración ciertas precauciones:
- Evitar cambios bruscos de temperatura. Para llevar a cabo esta precaución es recomendable hacer uso de ropa adecuada para cada situación, así como sortear corrientes de aire.
- Prevenir el contagio mediante la asimilación de pequeños gestos higiénicos como taparse la nariz y la boca al estornudar o toser, mantener limpias las manos y airear los espacios cerrados.
- Mantener limpio el ambiente. Se debe limpiar con frecuencia el polvo y los entornos con tendencia a la proliferación de moho y hongos.
- Reducir la humedad.
- En el caso de la gripe, se recomienda que los sectores de la sociedad más vulnerables acudan a los centros médicos para recibir una vacunación de prevención.