El fotógrafo Bill Cunningham falleció el pasado 25 de junio a los 87 años de edad, dejando un agujero irremplazable en el mundo de la moda. El artista considerado como el padre del street style pasó su carrera recorriendo las calles de Nueva York en bicicleta en búsqueda de las tendencias más punteras y extravagantes del momento. Una labor que le valió la consideración de toda la industria y le convirtió en una celebridad. ¡Hasta ganó la Legión de Honor francesa por su magnífico trabajo!
Con su chaqueta azul marino y su cámara siempre colgada del cuello, la imagen de Bill Cunninghan es reconocible para cualquiera que viva en Nueva York. Fue nombrado landmark neoyorquino en 2009, algo tan característico de la ciudad como el puente de Brooklyn o la Estatua de la Libertad. Todas las celebrities, it girls y fashionistas de la ciudad americana querían posar para él. Bill Cunningham otorgó a la moda un carácter antropológico y social, estudiando a los individuos en función de sus estilismos. Así, Bill convirtió las calles en las nuevas pasarelas y desfiles de moda dando voz a personas anónimas cuyo estilo tenía mucho que decir.
Sin embargo, lo mejor de Bill Cunninghan fue su moral y periodismo ético. Él jamás buscó la fama ni el dinero, solo quería reflejar la moda de una época y un lugar determinado. No le gustaban los autógrafos, los eventos ni la pompa. Bill solo quería hacer fotos para The New York Times, el periódico en el que trabajaba. Amigo de toda la élite fashionista americana, era el único al que Anna Wintour dejaba que le fotografiaran. Fue un visionario que adoraba el excentricismo, la moda fuera de lugar y descubrir nuevas inspiraciones y talentos. En sus propias palabras, “el mejor desfile de moda está definitivamente en la calle. Siempre lo ha estado y siempre lo estará”. Él se encargó de demostrárselo al mundo y por ello dejó huella en la historia de la moda.