En los últimos años se han puesto de moda numerosas dietas para perder peso en tiempo récord, también conocidas como ‘dietas milagro’. Con algunas realmente se llegan a obtener los resultados prometidos pero a costa de mucho sacrificio y evitando numerosos alimentos. De hecho, hay dietas que prohíben prácticamente todos los carbohidratos mientras otras impiden el consumo de alimentos ricos en grasas y azúcares o incluso las proteínas de origen animal. Sin embargo, ¿son sanas estas dietas? ¿Existen realmente los ‘alimentos prohibidos’?
Una dieta sana no es prohibitiva
La mayoría de los nutricionistas coinciden en un punto: una dieta sana y equilibrada para perder peso no excluye ningún tipo de alimento porque todos son importantes para nuestro metabolismo. Por ejemplo, la grasa es nuestra principal reserva de energía, mientras que el azúcar es el principal combustible que utiliza nuestro cerebro.
Además, se ha demostrado que las dietas prohibitivas suelen generar mucho estrés y frustración, lo cual hace que las abandonemos antes y que seamos víctimas del Efecto Rebote. Por tanto, este tipo de regímenes no es recomendable, ni desde el punto de vista físico ni psicológico.
En sentido general, nuestra dieta cotidiana debería estar compuesta en un 10-35% de proteínas, un 20-35% de grasas y un 50-70% de carbohidratos. Una dieta que excluya alguno de estos componentes generalmente acarrea problemas de salud y descompensaciones metabólicas. Sin embargo, todos los alimentos no son igualmente beneficiosos en términos de aporte energético y nutricional.
Las calorías vacías: El enemigo que acecha en la sombra
Aunque una dieta para perder peso no debe ser restrictiva, es cierto que existen algunos alimentos que sería mejor evitar, pero no se trata del pan, la cerveza o los dulces sino de aquellos productos que nos aportan calorías vacías y que podrían ser substituidos por otros más saludables y nutritivos. Tal es el caso de la bollería industrial, las sodas o de muchos de los alimentos precocinados que contienen grandes cantidades de grasas saturadas o azúcar refinada.
Este tipo de alimentos nos aportan muchas calorías pero pocas vitaminas y minerales por lo que en el ámbito de la nutrición se etiquetan bajo el término de ‘calorías vacías’. En práctica, estaríamos apostando por alimentos que engordan pero no nos brindan los nutrientes que necesitamos.
¿Cuál es la solución?
La respuesta no es eliminar el pan de la dieta, por ejemplo, sino reducir su consumo y apostar por opciones más saludables, como el pan integral, que nos aporta más fibra. La solución radica en elegir alimentos más sanos y recetas más ligeras que nos permitan disminuir la cantidad de calorías pero sin poner en riesgo nuestra salud. Por ejemplo, la receta de la pasta Fusilli al gratén te permitirá disfrutar de los sabores de siempre con menos calorías.