La depilación con cera sigue siendo en la actualidad el método más usado para la eliminación del vello. A pesar del dolor que causa, especialmente en las zonas más sensibles, sus ventajas son muchas y muy a tener en cuenta.
Por medio de este método se retira el vello completamente de la raíz, lográndose que dure más en crecer y que lo haga con menor fuerza; así mismo logramos exfoliar la piel al retirar las células muertas adheridas.
En conjunto, existen tres tipos de ceras diferentes que deberemos escoger dependiendo de las características de cada persona. Estas son la cera caliente, tibia y fría.
La cera caliente es la más clásica de todas y resulta especialmente recomendable para las zonas sensibles por ser la menos dolorosa. Debido al calor que desprende, logramos que los poros se dilaten y el vello salga con más facilidad; sin embargo y por esta misma razón, es importante desinfectar la parte del cuerpo que queramos depilar, ya que la piel es más vulnerable tras este tipo de depilación. Además, esta cera no es recomendable para personas que tengan problemas de varices o circulatorios.
La cera tibia es una opción cada vez más popular. A medio camino entre la cera caliente y la fría, este tipo de depilación resulta muy higiénica y segura. Entre sus desventajas encontramos que en ocasiones puede causar moratones y/o reacciones alérgicas.
La cera fría es muy fácil de usar ya que viene preparada en bandas que se aplican directamente en la zona que se quiera depilar. Esta cera es especialmente recomendable para aquellas personas con problemas circulatorios; sin embargo, es la más dolorosa de todas y al no dilatarse los poros de la piel, el resultado no es tan satisfactorio.
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Por medio de Internet podremos informarnos mejor de los múltiples avances que el mundo de la cosmética nos ofrece, incluso en un método de depilación tan clásico como es el de la cera.
