Se estrena en España dentro del festival de cine y gastronomía Film&Cook, la segunda parte del documental holandés Raw, titulada Rawer con la misma dirección, y que plantea la problemática de una familia por defender su derecho a la crianza y educación de los hijos y los límites de la libertad personal frente a la imposición estatal.
El documental narra los avatares de la madre, Francis Kenter en su lucha contra las intrusiones de los servicios sociales estatales en la educación de su hijo, Tom Watkins, que llegan hasta el extremo de tratar de retirarle la custodia. La madre en uso de su legítimo derecho adoptó la dieta vegana en su aspecto más estricto, cuando Tom era muy niño. Hoy, convertido en un adolescente de quince años, se encuentra con la oposición de médicos y funcionarios de los servicios sociales que alegan que la dieta vegana a la que le somete está causándole daños indelebles y retrasando su crecimiento. Sin tener en cuenta que Tom tiene ya formada una sólida opinión sobre la dieta vegana y que es su propio y exclusivo deseo seguir con ella y no el de su madre.
Su convicción, como la de su madre está basada en que comer alimentos cocinados o de origen animal, base de la dieta vegana es perjudicial para la salud, por lo que solo come exclusivamente frutas y verduras crudas.
La dieta extrema
No obstante, hay que señalar que la dieta de la familia es muy radical y se aparta del canon de la dieta vegana, pues este tipo de dieta además de las frutas frescas y los vegetales puede contener otros alimentos. Un variado menú compuesto de, pasta, pan, patatas, cereales, legumbres, frutos secos, semillas y frutos oleaginosos, germinados de legumbres y semillas, crema de almendras, leche de soja, que aportan los elementos necesarios para completar totalmente todas las necesidades del organismo, sin desmerecer al paladar.
El común denominador de la dieta vegana es que no hay ningún alimento de origen animal, es decir sin incluir la carne y el pescado, ni obtenido a partir de él aunque eso no suponga la muerte del animal. De modo que no forman parte ningún producto lácteo como la leche, el yogur, el kéfir, el queso, ni la miel, ni los huevos, etc. En opinión de Francis, la atribulada madre de Tom no se puede comer pescado por los altos niveles de mercurio y otros metales venenosos que contiene y que causan graves y silenciosas enfermedades. También en su opinión, comer carne es una forma de adquirir papeletas para contraer cualquier tipo de cáncer. Sostiene que otros alimentos como los cacahuetes contienen un hongo letal para la salud, además de todas las hormonas y otros aditivos que se incluyen en los productos lácteos, como los yogures que afectan el crecimiento de los niños.
Un estilo de vida
Consecuentemente, la familia, adopta la dieta vegana y su modo de vida que rechaza usar prendas de vestir o artículos hechos con productos animales como la lana, el cuero, el marfil. Este tipo de tejidos no forman parte de su armario, basándose en la idea de los millones de animales que mueren estabulados en las granjas para satisfacer nuestras apetencias. Tom viste como un adolescente de su edad pero teniendo en cuenta esas premisas, y este modo filosófico de ver la vida, claro, choca frontalmente con las directrices estatales.
A pesar de que cada vez existen más y más estudios que relacionan indubitablemente las enfermedades más comunes, sobre todo las cardiovasculares, con el consumo de grasas animales. Hay un consenso generalizado entre los profesionales dietéticos, nutricionistas y médicos que coinciden todos en recomendar el aumento de la ingesta de frutas, verduras, semillas, frutos secos, aceites vegetales, en especial, el aceite de oliva, cereales integrales y legumbres. Precisamente la base de la dieta vegana.
El documental y los Servicios Sociales
El dilema de la familia está servido, como muy bien lo refleja en el documental su directora Anneloek Sollart. Tom tras ser examinado por los médicos que le habían atendido en un Hospital, habían dictaminado que padecía desnutrición comunicándolo así a los servicios sociales, que se pusieron en contacto con la madre. Los Servicios Sociales le instaron a que cambiara la dieta a la que según ellos estaba sometido, o de no hacerlo le retirarían la custodia. Ante esta situación Sollart, retomó la idea de Raw, su primer documental sobre el asunto. Así decidió filmar el que nos ocupa y que pone al descubierto un tema trascendental para la vida de una familia holandesa, y el de cualquier ciudadano que puede preguntarse hasta donde debe llegar la tutela de un estado cada vez más hipertrofiado sobre los individuos que lo componen.