Entre las abundantes dietas existentes la Dieta Atkins es una de las más divulgadas desde principios de los años setenta. Por aquel entonces un médico norteamericano, Robert C. Atkins publicó un libro titulado ‘La revolución dietética del Dr. Atkins’, varias veces reeditado con correcciones y añadidos que ajustaban el método dietético que allí describía y que desde entonces se conoce popularmente como Dieta Atkins. Si bien es cierto que esa misma dieta ya era conocida desde mucho antes, como Dieta de Banting.
La Dieta Atkins se basa en el consumo de alimentos con pobre contenido en glúcidos, con la doble finalidad de modificar hábitos alimenticios y conseguir una pérdida de peso paulatina. Consiste en consumir muchas proteínas y pocos hidratos de carbono para adelgazar ya que el organismo quema mejor estos que las proteínas, con lo que se consigue que transforme los hidratos de carbono en energía y las proteínas en grasa. De esta forma, los pocos hidratos de carbono consumidos los quema el organismo en cuanto practicamos ejercicio.
Alimentos recomendados en la dieta
La proporción que plantea la Dieta Atkins está en torno a un 90% de consumo de proteínas y grasas, siendo indiferente el tipo de grasa que contenga. Pudiendo tomar todo tipo de carnes, embutidos, aceites, quesos, huevos, mariscos, mantequillas, salsas y yogures. Y el restante 10%, de hidratos de carbono consumidos en verduras, con la precaución de limitar extremadamente la pasta, legumbres, arroz, pan, harina, azúcar, alcohol y leche, evitando en lo posible la fruta y las verduras ricas en fibra ya que la fibra impide la absorción intestinal de la grasa.
La consecuencia según la Dieta Atkins es que si se hace un consumo en esas proporciones, prácticamente el único suministro de energía corporal serán las grasas almacenadas, por lo que el organismo tendrá que consumirla y su resultado inmediato es la reducción de peso. El objetivo de cualquier persona cuando pone en práctica una dieta, sin necesidad de pasar hambre ni dedicar un número de horas elevado al ejercicio físico.
Como este planteamiento científicamente no está muy claro, la Dieta Atkins ha sido muy cuestionada en todos los ambientes profesionales y científicos. Aunque finalmente no se ha llegado a un acuerdo sobre sus bondades y eficacia para tratar la obesidad, no es menos cierto que esta no es una dieta milagro. No existe ninguna, sin embargo siguiéndola a rajatabla, bebiendo mucha agua y haciendo algo de ejercicio se pueden reducir unos 6 kilos en las primeras dos semanas. Además se obtendrán otros resultados muy apetecibles, como la reducción de talla o una piel espectacular, sin necesidad de usar cremas para su cuidado.
Desventajas de la Dieta Atkins
Las grasas saturadas y las proteínas con índices altos de colesterol son perjudiciales para la salud, porque elevan los niveles de ácido úrico, colesterol y triglicéridos afectando al corazón, además de provocar depósitos cristalinos en las articulaciones.
Al ingerir pocos hidratos de carbono, el organismo además de quemar grasa, sufre un dañino desgaste muscular, además de posibilitar la aparición de enfermedades carenciales por la mínima ingesta de vitaminas y minerales. Sin olvidar los problemas de estreñimiento añadidos por la falta de fibra ingerida. Por último, no es recomendable seguirla más de treinta días.
La Dieta Atkins consta de 4 fases
La primera fase denominada Inducción, en la que se permite comer una amplia variedad de alimentos como la mayoría de pescados, aves de corral y carnes que dado que no contienen hidratos de carbono no se ponen límites a su consumo, también se permite la ingesta de verduras para tomar un mínimo de 15 gramos de hidratos de carbono.
La segunda fase, denominada PPC o pérdida de peso continuada, permite ampliar e incluir en la dieta más alimentos e hidratos de carbono, produciéndose en principio, una pérdida de peso más lenta.
La tercera fase es conocida como fase de premantenimiento. En ella se sigue incorporando una mayor cantidad de hidratos de carbono, para continuar perdiendo peso y aparentemente, modificando los hábitos alimenticios.
Por fin se llega a la fase cuarta o de mantenimiento vital. Supuestamente en esta fase se ha conseguido el peso idóneo, amén de tener una idea clara de que alimentación tomar para mantenerlo.
Una sugerencia como ejemplo del menú, de un día cualquiera siguiendo la dieta:
Para desayunar, huevos revueltos o tortilla a la francesa con jamón o bacón y café o té, siempre sin azúcar. El almuerzo podría consistir en un filete de cualquier tipo de carne o de pescado con ensalada o guarnición de verduras y para la cena podríamos tomar pollo asado o una tortilla, con verdura o ensalada, alternando con lo tomado en el almuerzo. Y para acompañar las dos comidas principales del día, agua, zumo de frutas o un poco de vino.