Para todos los padres, especialmente los primerizos, la salud del bebé constituye una fuente de preocupación constante. Y dentro de la salud, el capítulo más importante lo protagoniza la alimentación. Una nutrición correcta y equilibrada es garantía de un buen crecimiento y fuente de protección frente a posibles enfermedades.
Primera etapa: leche materna
En la primera etapa de la vida del bebé, la leche materna, o en su defecto las leches de fórmula maternizadas, constituyen el eje de la alimentación. Es importante seguir las instrucciones del pediatra y leer atentamente las etiquetas de los productos para acertar en las cantidades.
Un bebé que pesa al nacer unos 3 kilos debería tomar de media unos 500 mililitros de leche al día repartidos en varias tomas. Cuando ha cumplido el primer mes, la cantidad diaria pasaría a 950 ml y se iría incrementando paulatinamente. Durante el cuarto mes se incorpora ya algún alimento sólido triturado, como una papilla de frutas y a partir de los seis meses se pueden empezar a introducir algunos alimentos complementarios que ayuden a completar la formación del bebé. Un ejemplo son los cereales de la marca Blevit, ricos en calcio y hierro y sin azúcares añadidos.
Alimentación complementaria para el bebé
Los primeros seis meses de vida suponen ya un punto de inflexión en la nutrición de los bebés, pero el verdadero cambio se produce cuando se acercan al primer año. En ese momento empieza el paso hacia texturas más gruesas, como carnes blandas e incluso algún tipo de pescado.
La leche sigue siendo una parte importante de la dieta, pero en muchos casos las madres han dejado ya de amamantar. Por eso es importante recurrir a alimentos como Blemil Plus 3, de la casa Ordesa, un derivado lácteo que estimula las defensas naturales del niño y le ayuda a completar su desarrollo físico e intelectual. Eso se consigue mediante un aporte especial de taurina y carnitina, substancias imprescindibles en el desarrollo visual y en las funciones del aprendizaje.
Es el momento de la variedad. Se puede empezar a introducir un huevo a la semana, añadir carne picada a los purés y ofrecer pasta muy bien cocida y cortada a trocitos muy pequeños. Y es momento también de prestar la atención a posibles intolerancias alimentarias.
Cambio de hábitos en la alimentación de tu bebé
Los cambios en la alimentación van acompañados de un cambio de hábitos que afecta tanto al bebé como a los padres. El momento de la comida adquiere una nueva dimensión y se convierte en un instrumento de aprendizaje.
- Aprender a comer en la mesa: es un cambio importante que implica paciencia, pero que representa un importante estímulo para el pequeño. Es aconsenjable hablar al niño durante las comidas para que vaya entendiendo la importancia de la alimentación y aprenda a diferenciar sabores y texturas.
- Sin prisas: la hora de la comida ha de tomarse con tranquilidad. Los niños puede que tarden en tragar y suelen protestar a menudo, pero es cuestión de entretenerlos y de convertir la experiencia en un momento divertido. Si es posible, comed en familia y evitad la televisión.