La piel es el único órgano del cuerpo humano que está completamente en contacto con el exterior y, como órgano que es, la piel es fundamental para cumplir una serie de funciones imprescindibles para el organismo.
- Es un protector natural: la piel es el principal escudo protector de nuestro cuerpo. Gracias a ella evitamos que se introduzcan elementos contaminantes en nuestro organismo y nos protege de los golpes, el sol, los agentes externos, las bacterias… además, ayuda a que mantengamos la hidratación interna. La piel reconoce los peligros externos y activa los mecanismos de defensa del cuerpo.
- Regula nuestra temperatura corporal: la piel es la encargada de que la temperatura de nuestro cuerpo se mantenga a 37ºC. Para conseguirlo, independientemente de la climatología, se sirve de la sudoración y las constricción o dilatación de los vasos sanguíneos.
- Genera vitamina D: gracias los rayos ultravioleta la piel genera vitamina D, una vitamina esencial para la vida ya que sirve para asimilar el calcio y formar y fortalecer los huesos. Afecta el sistema inmunitario, al correcto funcionamiento de los músculos, al sistema nervioso…
La piel actúa también como un escaparate de nuestro estado vital. Una piel sana, hidratada y cuidada es síntoma de buena salud. Por el contrario, una piel avejentada, áspera y marchita puede ser un síntoma –no siempre- de problemas de salud y de una falta de vitaminas y/o nutrientes.
Cómo cuidar la piel
Conviene señalar que la piel es un órgano autosuficiente, pero esto no quiere decir que no haya que prestarle atención o tomar medidas para favorecer su conservación y mantenimiento, sobre todo a medida que vamos cumpliendo años y nuestro cuerpo va perdiendo facultades. Debemos, por tanto:
- Proteger la piel de la luz solar: la luz del sol es el mayor enemigo de la piel. Aunque, necesitamos de los rayos solares para obtener vitamina D, un exceso de exposición puede resultar muy perjudicial. El exceso de sol es la principal causa de la aparición del cáncer de piel y también provoca un envejecimiento acelerado de nuestra piel. Controla el tiempo que pasas al sol, especialmente en las épocas en las que el sol pega más fuerte –primavera y verano-. Si vas a estar al sol, aplícate alguna crema fotoprotectora.
- La clave, una buena hidratación: para mantener la piel hidratada debes escoger un jabón que se adapte al pH de tu piel, usar una crema hidratante, como las de los productos Isdin, que ayudan a mantener la piel suave y tersa. Beber una buena cantidad de agua es obligatorio. También dormir y descansar, algo que solemos pasar por alto.
- Exfoliar para sanear: a lo largo de nuestra vida nuestra piel va renovándose y acumulando toxinas que impiden que el órgano se oxigene de la manera adecuada. Para favorecer la salud de la piel conviene exfoliar la piel cada cierto tiempo. Las pieles más sensibles deben dejar más tiempo entre tratamiento y tratamiento para evitar irritaciones.
- Alimentación: llevar una buena alimentación es imprescindible para el organismo. Es recomendable tomar frutas, verduras, beber mucha agua… También hay batidos para una piel sana, como los de pepino y apio o de frambuesas melón y apio. Lo importante es llevar una dieta equilibrada sin renunciar a ningún tipo de alimento.